Leyendo ese “periódico” me asaltó el otro día una duda terrible. Es una cuestión muy importante, decisiva incluso, de la cual si fuera yo un tipo tremendista podría decir que depende la esperanza o no en el género humano. Tal cuestión versa sobre las personas que enconadamente se empeñan en escribir y publicar este diario, sobre su verdadera y oculta naturaleza, los motivos que les llevan a su frenética actividad y, en definitiva, la percepción que tienen de sí mismos y de su trabajo.
Por un lado, pudiera ser que nos encontráramos ante auténticos genios de humor actual. Un grupo de gentes que, abrumados por el circo mediático, han decidido unirse a él de la manera más escandalosa posible. En este caso, deberíamos considerarlos más guionistas experimentados, rebosantes de vis comica y dotados de un perfecto y negrísimo sentido del humor, que periodistas propiamente dichos. Serían algo muy parecido a los escritores de los Simpson o los hermanos Coen (sólo que en versión española, irremediablemente futbolizados), y es fácil imaginarlos con unas cervezas, bromeando en algo que parece más una reunión de amigos que un debate periodístico, muertos a carcajadas mientras compiten por unir de la manera más absurda posible el palabro “Mou” con una interminable lista de clichés deportivos. El ganador se llevará el titular del día.
La otra opción es más desalentadora. Se puede querer ver a esta gente como tipos serios, preocupados, profesionales que tratan de realizar su trabajo de la mejor manera posible. Personas educadas y cultas que han decidido entregar sus vidas a la transmisión de la actividad futbolísitca (columna vertebral de la historia española reciente), por cuyos vaivenes sufren y hacen sufrir. Podemos imaginarlos entonces recibiendo los informes a primera hora de mañana con rostro preocupado y concentrado, bien vestidos, conscientes de la importancia que detentan en la sociedad mediática española, para al final del día acostarse en cama con la sensación de tener el trabajo bien hecho.
Desde ese día he elucubrado en ocasiones sobre el tema, sin llegar a una respuesta clara. La segunda opción me parece hoy más probable y, sin embargo, me niego por pura lógica asumir la fatalidad de esa conclusión. Me parece sencillamente inconcebible.
y te falta un chapucero que no sabe usar photoshop.
ResponderEliminarPues yo voto por la primera...
me encanta el ritmo frenético con el que lo describes, si eso es lo que piensas y a esa velocidad, chapeau por ti. saludos.
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